El SENDA se encuentra haciendo un estudio acerca del consumo de drogas durante la emergencia sanitaria debido a la pandemia por COVID-19. Los primeros resultados corresponden a una encuesta online realizada entre el 6 y 27 de junio de 2020.
Se validaron 15.280 encuestas de las 16 regiones del país. 40% fueron contestadas por hombres y el 60% por mujeres. La mayor parte de los que respondieron la encuesta viven en la Región Metropolitana y del Maule.
Respecto al consumo de alcohol en los últimos 30 días, el 52% de los encuestados respondió que bebió menos de una vez por semana, pero al menos una vez al mes; el 30% una vez a la semana; el 12% más de una vez a la semana, pero no diariamente, 12% casi a diario y 16,6% diariamente. Respecto a la consulta acerca del cambio en el consumo de alcohol, en comparación a antes del COVID-19, El 42% respondió que ha disminuido su consumo durante la pandemia; un 33% ha mantenido un mismo nivel de consumo y un 21,4% ha consumido más que antes de la pandemia.
Esto podría ser más tranquilizador de lo esperado, dado que existía la idea de que el consumo durante la pandemia podría aumentar debido a la ansiedad y el confinamiento. Sin embargo no se debe dejar de lado la realidad de ese 21,4 % que sí confiesa haber aumentado su consumo de alcohol, puesto que es muy probable que esta población sea precisamente la que tenía algún problema en relación al alcohol. Por ejemplo bebedores abusivos que ven aumentado su consumo o bebedores con antecedentes de dependencia, que experimentan una recaída en el contexto de confinamiento.
Ante la pregunta de por qué ha disminuido su consumo de alcohol (en el grupo que así lo hizo) el 38% respondió porque hay menos oportunidades para consumir. El 22% por preocupación respecto a su estado de salud. El 10% para ahorrar dinero debido a la incertidumbre financiera secundaria a la pandemia y el confinamiento.
La respuesta mayoritaria parece tener que ver con las medidas de restricción al no poder ir a restaurantes y/o bares así como la restricción de movilización para reuniones sociales y toque de queda. Es decir, aunque no ha habido necesariamente una imposibilidad para comprar alcohol, han disminuido las instancias sociales para beber, lo que redunda en un menor consumo en aquella parte de la población con un patrón de consumo más bien social y/o moderado.
Frente a la pregunta: ¿Por qué ha aumentado su consumo de ALCOHOL como resultado de las restricciones del COVID-19? EL 51% respondió que por la ansiedad, estrés o depresión que genera el COVID-19. El 29% respondió que porque tiene más tiempo para hacerlo y un 10% por aburrimiento. Más de la mitad de ese 21,4% que respondió que aumentó su consumo durante la pandemia lo hizo por síntomas de la esfera ansioso – depresiva, es decir, aproximadamente un 12% de la muestra ha presentado síntomas, que está manejando con un aumento en el consumo de alcohol. Este grupo parece ser especialmente importante y donde valdría la pena focalizar esfuerzos en los albores de lo que se ha llamado la pandemia de salud mental que sucedería a la crisis epidemiológica.
Es un grupo donde se cruzan 2 variables: La aparición de síntomas psiquiátricos y el aumento del consumo de alcohol. Hay que considerar que este estudio se hizo en junio, por lo tanto ha pasado tiempo y falta que ocurran aún más cosas, que compliquen la situación económica y de bienestar subjetivo de muchas familias, debido a las consecuencias de la pandemia y de las medidas de confinamiento. Estudios en situaciones de catástrofe han evidenciado que después de tragedias, las dificultades económicas y la falta de apoyo social contribuyen a la mayor aparición de psicopatología. En el caso del grupo al que nos referimos habría que sumar un ingrediente más: el aumento en el consumo de alcohol de manera sintomática.
Dr. Jorge Luengo Ahumada